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Dictadura y democracia | ||
Por Rafael Fernando Navarro | ||
Rebanadas
de Realidad
- España, 12/10/05.- La
historia estaba a punto de tomar la curva. Era un Noviembre frío capaz de fabricar
trombos en el aire. Las señoras con abrigos de pieles. Los falangistas con camisas
remangadas. Los obreros de derechas, también hay obreros de derechas, con chaquetas
gordas y cuellos subidos. En la rotonda del Pardo, yo estaba con a Julio, mi amigo
Julio, el que luchó a favor de la República junto a Tito, el que después se fue
dejando los cuajarones de vida y los pulmones tuberculosos por las cárceles franquistas.
Y entre el humo del Rex y del Fortuna adivinábamos a
la vuelta de la curva la democracia como voluntad de la mayoría, como poder del
pueblo, como libertad ganada a pulso. Y
pudimos empezar de nuevo, con el gozo de una “libertad sin ira”, con el músculo
tenso empujando el camino, con la alegría colgada de los balcones. Durante la
dictadura las manifestaciones se resolvían a tiros. Ahora se repartían globos
de colores, se aplaudía y todo era una fiesta. Les confieso que percibí personalmente
la diferencia entre el régimen de los tiros y la postura de la alegría. Pero
en democracia también se miente. Blair mintió al Reino
Unido. Aznar mintió a España. Buhs
mintió al mundo. Tres países democráticos hundidos en la mentira. Y nos quisieron
convertir en salvadores de la dignidad de Occidente. Pero la salvación nunca puede
surgir de la falsedad. Y a día de hoy Buhs confiesa
que fue mal informado y que no existían armas de destrucción masiva. Y la oposición
a Blair tiene del documento que el Fiscal le envió alertándole
que esa guerra era ilegal. Y a Aznar no le importó todo un pueblo que le exigía que no enviara
tropas a mancharse de sangre. Puso los pies en la mesa del mundo, se fumó un puro
y envolvió a España en el humo de un emperador venido a menos. Un Presidente elegido
democráticamente se revuelve contra la democracia y actúa como dueño absoluto
de las decisiones de un pueblo. Y su partido aplaude y celebra la guerra convirtiendo
el Parlamento en una Plaza de Oriente, que creíamos olvidada. Otra vez la vergüenza
y la sensación de estar nuevamente aplastados. Buhs
pide veladamente disculpas al igual que Blair. Pero
Aznar anda por ahí proclamando, desde la indignidad
personal de quien no ha entendido la democracia, que volvería a hacer lo mismo,
tachando de desleal a quien ordena el regreso de nuestros militares, señalando
como amigos de Sadan a todos los que nos enfrentamos
a nuestro dictador casero, cosa que él nunca hizo, y repudiamos a todos los dictadores
del mundo. La
democracia nunca está conseguida. Es la utopía como verdad prematura. Siempre
herida, siempre al borde del colapso. Recién
nacida, recién hecha como un pan que alimenta, temblorosa como una primavera de
estrellas. Unos hablan de democracia todavía joven. Otros aseguran que ya está
consolidada. La democracia es una responsabilidad de cada uno. Nadie nos la concede.
Pero cuidado: puede haber más de uno dispuesto a arrebatarla. Y el partido que
aplaudió la guerra y a su líder debería vestirse de prudencia y humildad. No es
lo mismo la oferta de treinta metros cuadrados de una hermosa ministra, que la
ejecución de fosas comunes para millares de muertos. |