Rebanadas
de Realidad
- Ciudad de Panamá, 07/01/10.- Dado
que en los próximos días se reunirá la Comisión de Reformas Electorales,
queremos colocar sobre la mesa de debate algunas consideraciones. En
primer lugar, exhortar a la ciudadanía a inmiscuirse en las discusiones
de esta comisión, ya que el Código Electoral y el sistema democrático,
no son propiedad privada de los partidos políticos, ni del Tribunal
Electoral, sino de toda la comunidad.
En segundo lugar,
señalar a los Magistrados y voceros de la comisión que las últimas elecciones,
con todas sus irregularidades demostraron que se requieren reformas
profundas del sistema político. Algunas de las cuales exceden el ámbito
de la comisión, y requieren la convocatoria urgente de una Asamblea
Constituyente.
El objetivo fundamental
a lograrse con las reformas es ampliar la participación ciudadana en
la política nacional. Porque el sistema actual fue construido bajo el
régimen militar y emparchado en "democracia", pero bajo un pacto político
entre dos bloques que lo han controlado por 20 años: el PRD y el Partido
Panameñista. Aunque de manera distorsionada, la propia victoria de Martinelli
implica el fin de esa etapa y el deseo de la ciudadanía por cambios
en este ámbito.
¿Cómo lograr que
más ciudadanos, que no sean los "políticos de siempre", se sumen a la
participación política? Hay que acabar con las reglas del juego que
dificultan la participación ciudadana, y la limitan a quienes poseen
o son apoyados por el poder económico. Hoy en día, si no eres millonario,
o te apoya uno, no puedes ni inscribir un partido, ni postularte a ningún
cargo de elección popular. Esto ha convertido la democracia en una plutocracia
moderna.
Hacer esto parte
por rebajar la cuota exagerada de adherentes para inscribir partidos
y candidaturas, la más antidemocrática de América Latina. En ningún
país se exige más allá del 0.5% de firmas del electorado. Para no hablar
de que sólo se permite a los partidos inscritos recoger firmas todo
el año, pero a los nuevos proyectos no, que la semana de inscripción
es de 4 días, que hay que mover gente hasta los libros, etc.
Luego está el problema
del financiamiento de los partidos, hay que poner topes muy bajos a
los apoyos particulares, prevaleciendo el financiamiento público, para
evitar compromisos que generan corrupción. Y que la información sea
pública y no secreta.
Pero, ¿cómo evitar
los altos costes de campaña? Hay que ponerle la cascabel al gato de
los medios de comunicación, que imponen costos abusivos de publicidad
que, en la práctica coartan la democracia, ya que si no tienes plata,
no tienes publicidad y no existes. Tal vez el modelo mexicano sea el
adecuado, por el cual los espacios son propiedad del Tribunal Electoral
y éste lo reparte equitativamente entre los partidos.
Esto para no mencionar,
por ahora, temas como la cuota femenina (que debe ser vinculante), o
el exceso de circuitos uninominales (que favorece el caciquismo), o
el a mi juicio falso debate sobre la segunda vuelta.
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