Rebanadas
de Realidad
- Ciudad de Panamá, 15/07/10.-
El
origen del vocablo “indio” surge de una equivocación de Cristóbal Colón,
quien en sus cálculos pensó que había llegado a la India en Asia. Pero
posteriormente, los conquistadores y colonizadores españoles llamaron
despectivamente “indio” a los originarios de este continente. Al decir,
“indio” el conquistador y el encomendero pretendían negarle a los pueblos
originarios sus verdaderas identidades particulares, negar que tenían
“almas”, por lo cual se justificaba su despojo, saqueo y asesinato.
Decir “indio” en
general, pretende negar la cultura de los kunas, de los gnobes-bugles,
de los bri-bri, los nasos, los aztecas, los mayas, los incas o los aymaras,
etc. Es decir, la expresión “indio” tiene un sentido racista emitida
en boca de los usurpadores europeos y sus descendientes hasta nuestros
días.
Por ello es absolutamente
inaceptable que un Ministro de Estado, delante del Presidente de la
República , o un jefe de la Policía Nacional , se refieran a la mayor
parte de la población del país, o a un sector de ella, como “indios
narcotizados” o “indios borrachos”. En cualquier país civilizado y medianamente
democrático, a un funcionario público que se exprese de esta manera
se le pediría inmediatamente su renuncia. Porque los racistas existen
de hecho, pero la moral pública, el derecho internacional y las constituciones
políticas, incluida la nuestra, no aceptan que alguien que discrimine
las personas por su origen étnico gobierne en nombre de una nación.
Sr. Presidente,
Ricardo Martinelli, usted nos debe una disculpa a los huelguistas de
las bananeras, a los habitantes de Bocas del Toro y a todos los panameños,
porque funcionarios bajo su mando han proferido expresiones racistas
que violan la Constitución.
Sr. Presidente,
en este país todos somos “indios”, salvo una minoría de empresarios
extranjeros y sus descendientes, que han venido a llenarse los bolsillos
con nuestro trabajo. El que no lo crea, empezando por el ministro de
marras, que se mire al espejo. Además lo prueban los estudios genéticos.
Es de suponerse
que la saña con que fueron reprimidos los huelguistas en Changuinola,
y los tiros de perdigones a la cara, fueron un intento inconfesado de
borrar sus rasgos físicos, de borra su mirada de “indios” rebeldes que
perdieron miedo al patrón y que se atreven a mirarle a la cara para
exigir sus derechos. Exigimos una investigación independiente respecto
a esos crímenes porque esas vidas perdidas, esos ojos cegados, esos
heridos, valen tanto como la de cualquier panameño hijo de italianos
o griegos.
Aquí todos somos
descendientes orgullosos del cacique Quibián, que puso en su lugar a
Cristóbal Colón cuando quiso saquear el oro de Bocas del Toro y Veraguas.
Aquí nos reclamamos herederos morales y consanguíneos de Urracá, de
Kantule y del “negro” Bayano. Si usted y sus ministros no respetan los
rasgos físicos y las identidades culturales, significa que ha dejado
de ser el presidente de “todos los panameños”.
Sr. Presidente,
aquí todos somos “indios” y no estamos borrachos, ni somos “maleantes
de m…”. Somos indios, cholos, negros, mulatos que hemos hecho aportes
a la historia, a la cultura y a la riqueza de Panamá. Somos ciudadanos
con iguales derechos.
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