Rebanadas
de Realidad
- Ciudad de Panamá, 19/03/10.-
Los
efectos narcotizantes de las pasadas elecciones, inyectados mediante
la jeringa de los medios de comunicación, empiezan a pasar, y la gente
sale del sueño de opio, en el que hubo la vana ilusión de que un gobierno
de banqueros y comerciantes resolvería los enormes problemas sociales
acumulados por veinte años de “democracia” neoliberal, realizando el
“cambio” tan deseado. El pueblo panameño empieza el duro despertar tras
una noche de feliz borrachera y la goma, el guayabo, la resaca, duele.
Siguiendo el consejo
de los sabios neoliberales, los mismos que asesoraron antes a Martín
Torrijos, Ricardo Martinelli, aprovecha la “luna de miel” tras las elecciones
para imponer sus medidas antipopulares: la reforma fiscal que sacará
entre 200 y 500 millones dólares de los bolsillos de la clase trabajadora
y las capas medias para engrosar las finanzas públicas que alimenten
las contrataciones directas, mediante las cuales los millonarios se
hacen más millonarios; y tratar de destruir a los gremios más combativos
de la sociedad, obreros de la construcción y educadores, a unos con
la represión, a los otros con una reforma curricular que pone sus puestos
de trabajo en la cuerda floja.
Quienes creyeron
el cuento del “verdadero cambio”, ahora descubren que Martinelli se
escribe con “M” de mentira, de “Más de lo Mismo”: alzas incesantes de
los precios de la canasta básica, en especial de la comida que él mismo
vende en sus supermercados; ninguna esperanza para el 42% de la fuerza
laboral en que naufraga en el subempleo, menos para el 8% hundido en
el desempleo abierto; los barrios populares, y también de las “clases
medias”, azotados por la delincuencia y la violencia; los productores
agrícolas e industriales pagando más impuestos y sin ningún estímulo
pues, claro, el gobierno está en manos de los comerciantes importadores.
Pero la gente despierta
de la modorra. De nada han valido las campañas de desprestigio contra
el movimiento sindical ejecutadas por “comunicadores” bien pagados;
ni tampoco los miles de policías echados a la calle, no para combatir
el crimen, sino para perseguir a obreros; ni tampoco la violación del
estado de derecho, arrestando a 300 personas por repartir volantes;
ni mucho menos su detención arbitraria por 3 días; ni las obscenidades
del ministro Mulino.
El jueves 18 de
marzo, trajo la primavera a Panamá: más de 15,000 personas se hicieron
presentes en la marcha convocada por los gremios magisteriales, sindicatos
y organizaciones populares. Pudieron ser más, pero el operativo policial
para desviar buses y detener a centenares les impidió llegar. Pero no
importa, ellos también saben que “sólo el pueblo, salva al pueblo” y
que “sin luchas, no hay victorias”.
Se acabó la ilusión
y empezó la lucha, como antes pasó con los gobiernos de Endara, Pérez
Balladares, Moscoso y Torrijos. Sólo cabe añadir que, a la lucha por
la defensa de los derechos sociales, económicos y democráticos del pueblo
panameño, hay que añadir la lucha por construir el partido político
de los de abajo, para que algún día haya el “verdadero cambio”. Con
ese objetivo estamos construyendo el Partido Alternativa Popular.
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