![]() |
Bufete de Informaciones Especiales y Noticias |
CLÍO, UN LUGAR PARA LA HISTORIA - MÉXICO | ||||||||||||||
En el centenario de la Revolución mexicana |
||||||||||||||
|
||||||||||||||
Por Gerardo Peláez Ramos | ||||||||||||||
Rebanadas de Realidad - Distrito Federal, 28/11/10.- LAS REVOLUCIONES NO se producen ni se desarrollan a voluntad. Es imprescindible que existan determinadas condiciones para su estallido, su desenvolvimiento y su victoria. Sin situación revolucionaria no hay revolución, aunque puede haber asonadas, rebeliones y motines impulsados por grupos combatientes más o menos organizados. Esto está probado por la experiencia histórica de las revoluciones. Lenin decía que la revolución es imposible sin una situación revolucionaria; además, no toda situación revolucionaria desemboca en una revolución. La situación revolucionaria se determina por los siguientes elementos: 1) La imposibilidad para las clases dominantes de mantener inmutable su dominación; para que estalle la revolución no suele bastar con que "los de abajo no quieran", sino que hace falta además que "los de arriba no puedan" seguir viviendo como hasta entonces. 2) Una agravación, superior a la habitual, de la miseria y de los sufrimientos de las clases oprimidas. 3) Una intensificación considerable, por estas causas, de la actividad de las masas. (1) Considerando los elementos expuestos por el marxista ruso, es factible pasar a describir cómo se inició la conformación de la situación revolucionaria en México, período que duraría, aproximadamente, una década. Pero antes, es indispensable exponer algunos elementos del desarrollo capitalista en el país, sobre el cual la mayoría de los autores sostienen que a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, con todo y la existencia de restos precapitalistas, en la República Mexicana la formación social capitalista era predominante. México, país capitalista atrasado |
||||||||||||||
LOS DATOS ACERCA del desarrollo económico alcanzado por el país durante el porfiriato, pese al retraso y las diferencias en las estadísticas, están en lo fundamental aclarados. Al terminar la vieja dictadura había en México 24 mil kilómetros de vías férreas, las cuales, por cierto, con la imposición del modelo neoliberal no han crecido gran cosa ya que el territorio mexicano cuenta hoy día con 26,655 kilómetros. Jean Meyer proporcionaba los siguientes porcentajes:
Más adelante agregaba:
Dos autores soviéticos, al referirse al desarrollo de las industrias extractivas afirmaban:
Jorge Vera Estañol, sobre la base de los datos de Carlos Díaz Dufoo, presentaba los siguientes elementos:
En referencia al proceso de concentración de la tierra, el maestro Silva Herzog sostenía:
Los datos transcritos permiten llegar a una conclusión ya mencionada: México, durante el porfiriato, estaba sobre los carriles del capitalismo, lo cual, de ninguna manera niega la existencia de resabios importantes de formaciones sociales anteriores. Pero eso no es raro: incluso en la actualidad, en la sociedad mexicana se entrelazan diversos tipos de economía. Igual ocurre en otros países, incluidos algunos de mayor desarrollo económico. El modo de producción predominante en el porfiriato era, sin lugar a dudas, el capitalismo. Como indican con justeza diversos autores, don Porfirio fue el impulsor número 1 del desarrollo capitalista de nuestro país. Entonces, ¿cómo fue que se creó la situación revolucionaria, cayó la dictadura y se estableció un nuevo régimen político? La respuesta se halla en el modelo de desarrollo capitalista del porfiriato, las contradicciones que generó y la necesidad de cumplimentar el ciclo de las revoluciones burguesas. La Revolución mexicana, culminación del ciclo de las revoluciones burguesas |
||||||||||||||
LA REVOLUCIÓN MEXICANA no se podría entender correctamente si se analizara como un proceso separado e independiente de la Independencia y la Reforma, y no como lo que en realidad fue: un jalón más, el tercero, en el gran ciclo de las revoluciones burguesas. Esta concepción permite comprender mejor el proceso. Escribía el más grande comandante de la revolución en la patria de Mao Zedong: "La revolución democrática burguesa en la China moderna se inició con la Guerra del Opio de 1840, y se culminó con la fundación de la República Popular China en 1949, por lo que tuvo una duración de nada menos que 109 años..." (7) Tal como señalaba Zhu De, la revolución democrático-burguesa se desarrolla a lo largo de un ciclo que abarca el cumplimiento de ciertas tareas y objetivos en cada uno de sus movimientos principales. En México se expresa en las tres grandes revoluciones que configuran la historia del país: la Guerra de Independencia, de 1810 a 1821, que rompió la dependencia de España y creó el Estado nacional; la Reforma, de 1857 a 1867, que separó la Iglesia del Estado, nacionalizó los bienes eclesiásticos, estableció la libertad de cultos y secularizó en forma radical al Estado mexicano, y la Revolución mexicana, de 1910 a 1917, que destruyó al Estado oligárquico, reformuló las relaciones con el imperialismo norteamericano e impuso la reforma agraria. En otro texto, Zhu De caracterizaba de la siguiente manera las guerras revolucionarias en que ha combatido el PC de China:
Al celebrarse, del 23 de abril al 11 de junio de 1945, el VII Congreso del Partido Comunista de China, Liu Shaoqi informó sobre la reforma a los Estatutos, en el que periodizó la historia del PCCh:
Con las citas transcritas queda evidenciado que los dirigentes políticos y militares, teóricos e historiadores chinos consideran la revolución democrático-burguesa en su país, como un proceso, como un ciclo que abarca varias revoluciones o guerras revolucionarias, levantamientos campesinos y luchas antimperialistas que, se entiende, buscan cumplir o cumplen ciertos propósitos, objetivos y tareas, que se logran o se frustran de acuerdo con la amplitud de las masas participantes, los métodos de lucha empleados, los organismos en que se apoyan y la madurez y capacidad de la dirección, los cuadros y los militantes revolucionarios, así como de la fuerza y el poder de la contrarrevolución, el apoyo que ésta recibe del imperialismo, la unidad del bloque antipopular y la capacidad de su dirigencia. Enrique Semo caracteriza el ciclo de las revoluciones burguesas en México de la siguiente forma:
La revolución se caracteriza por los objetivos y tareas que se propone y realiza, por los blancos y las fuerzas motrices de la misma y por la clase social que dirige el proceso. Es la forma correcta de analizar una revolución. En la Revolución mexicana, en principio, no hubo ninguna fuerza obrera que se propusiera tomar el poder y suprimir la contradicción fundamental del capitalismo, o sea, la contradicción "entre el carácter social de la producción y la forma privada de la apropiación". Ricardo Flores Magón, al radicalizarse, evolucionó hacia el anarquismo y, en consecuencia, estaba "contra todo Estado" y no se proponía conquistar el poder político. Tampoco la Casa del Obrero Mundial intentaba alcanzar este objetivo. El movimiento campesino, ¿cuándo y dónde se propuso eliminar la propiedad privada? Nunca y en ninguna parte. El Plan de Ayala, incluso cuando fue reformado no iba más allá de la distribución de la tierra a las comunidades y pueblos. El Programa de la Soberana Convención Revolucionaria de Aguascalientes tampoco se proponía dicho objetivo y la Ley de reforma agraria villista, menos. (11) No hubo ninguna tendencia campesina que rebasara los marcos del capitalismo, aunque, claro está, las masas campesinas armadas aterrorizaban a la burguesía y a los terratenientes. Las fuerzas campesinas, pues, en la práctica, como ocurre en toda revolución profunda, tendían a ir más lejos, pero esto sólo como tendencia. Y esto es lógico: el campesinado sólo puede avanzar hacia una perspectiva socialista bajo la dirección de la clase obrera, única clase portadora de nuevas relaciones sociales. En toda revolución profunda, las masas tienden a rebasar el capitalismo como ocurrió incluso en la revolución burguesa clásica, la Revolución francesa, y las condiciones objetivas, que permiten --en teoría-- proponerse ciertos objetivos ya maduros. La tendencia de las masas en pie de guerra a romper los marcos del capitalismo y la madurez económica para plantearse la transformación de la revolución burguesa en revolución socialista no siempre coinciden. Para ello se requiere una clase obrera experimentada políticamente, una enorme iniciativa revolucionaria de las masas y un partido implantado nacionalmente que esté dispuesto a acelerar el proceso, emprender las medidas adecuadas y tomar el poder. Por eso es ocioso discutir que qué hubiera sido de la Revolución mexicana si hubiera existido un partido como el bolchevique. En cuanto al movimiento obrero de los años de la revolución, aunque se planteó la socialización de los medios de producción, no logró elaborar un programa de transformaciones para el conjunto de la sociedad, organizarse para la disputa por el poder, aglutinar y dirigir al campesinado y a las fuerzas antidictatoriales, luchar contra el imperialismo, combatir a los terratenientes y la burguesía e instaurar un nuevo Estado bajo su hegemonía. No hubo nada de eso. La cuestión se agrava más si se analizan todos los programas del movimiento obrero y se observa que no privilegiaban la expropiación del latifundio y del imperialismo. Ante las intervenciones norteamericanas de 1914 y de 1916-1917, pese a su participación destacada, no se convirtió en el campeón de la defensa de la patria. En gran medida --si se excluye la lucha por la igualdad salarial con los trabajadores extranjeros y otras importantes demandas--, el movimiento obrero mexicano de esos años no asumió programáticamente de manera central la lucha antimperialista y, en esas condiciones, era imposible, de habérselo propuesto, que alcanzara la dirección de la revolución. El ala jacobina y pequeñoburguesa, siempre, cuando presentó y luchó por reformas económicas y sociales lo hacía argumentando que estas proposiciones perseguían el objetivo de conciliar a las clases sociales y desarrollar la economía. En la revolución pasada, consecuentemente, no hubo ninguna fuerza obrera que se propusiera el poder. Ésa es la realidad. Referente a la profundidad de la intervención de las masas populares, siendo grande, jamás rebasó los objetivos democrático-burgueses y tampoco ofreció una perspectiva general al curso de la revolución. ¿Qué objetivos y tareas se proponía la Revolución mexicana? Si se estudian los programas y el desenvolvimiento de la lucha queda en claro que los siguientes: eliminar el bloque dominante e implantar uno nuevo, destruir la gran propiedad territorial e imponer la reforma agraria burguesa, redefinir las relaciones con el imperialismo e instaurar la democracia. Para alcanzar esos objetivos y tareas se pusieron en movimiento el campesinado, la pequeña burguesía urbana, la clase obrera y los terratenientes aburguesados y franjas de la burguesía nacional, bajo la dirección de estos últimos. Éstas fueron las fuerzas motrices de la revolución, mientras el blanco estuvo constituido por los latifundistas y el imperialismo. Por estos elementos, puede caracterizarse a la Revolución mexicana como una revolución democrático-burguesa. El carácter democrático se lo imprimieron los millones de campesinos y otros trabajadores puestos en pie de lucha como no ocurría en décadas. Empero, a lo más que llegaron las fuerzas más radicales fue a profundizar el proceso, no a imprimirle un carácter anticapitalista. La Revolución mexicana fue una gran revolución, o como sostenían unos investigadores extranjeros fue:
Hechas esas consideraciones, ahora es posible pasar a describir cómo se daba la defensa ideológica de la dictadura. En apariencia, muy engañosa por cierto, el gobierno del general Porfirio Díaz había conseguido la paz de la nación. El título propagandístico del viejo dictador era el de "héroe del 2 de abril, héroe de la paz". Los ideólogos del régimen justificaban en mil formas la dictadura y enaltecían la paz porfiriana. La defensa ideológica de la dictadura |
||||||||||||||
LA DICTADURA TENÍA como sustento ideológico al positivismo. Un autor señalaba, a propósito: "...el positivismo en México, que al principio expresaba los intereses de las capas progresistas de la burguesía, sufre una evolución considerable a fines del siglo XIX y acaba por convertirse en un instrumento ideológico de la dictadura de Porfirio Díaz". (13) La dictadura era fundamentada y defendida ideológicamente. Los principales intelectuales positivistas no se daban descanso en sostener el carácter legítimo y natural de la dominación de los grandes terratenientes, capitalistas y agentes del capital extranjero. Justo Sierra, sostenía:
Emilio Rabasa, argumentaba:
Además de la defensa de la dictadura, otros intelectuales porfirianos difundían ideas racistas y de menosprecio a las masas populares, como Francisco Bulnes, de quien V. I. Ermolaiev decía que "...escribía con desprecio sobre los indios y mestizos, esforzándose en defender la concepción reaccionaria de la superioridad física e intelectual de la raza blanca". (16) Otro publicista planteaba:
Ricardo García Granados, definía así al pueblo mexicano:
Como lo demostrarían las acciones democráticas y revolucionarias de los campesinos, indígenas, artesanos, trabajadores asalariados, terratenientes aburguesados y burgueses nacionales, los ideólogos del régimen porfirista estaban equivocados. El país estaba parado sobre un polvorín y la revolución estaba próxima a estallar. La guerra de Independencia, a pesar de la hegemonía oligárquica con Iturbide al frente, logró romper la dependencia respecto a España, y la Reforma condujo a la nacionalización de los bienes del clero y a la separación de la Iglesia y el Estado. Ambas revoluciones constituyeron los dos jalones primeros del gran ciclo de las revoluciones burguesas en México. La revolución de 1910-1917 representó el tercer período, cuya culminación, en cuanto al cumplimiento de las tareas, se cerraría en el sexenio 1934-1940. Grandes contradicciones impedían el desarrollo más rápido y libre del capitalismo. Ciertamente las haciendas, producto de las viejas formas de la propiedad territorial en la Colonia, de la desamortización de los bienes eclesiásticos y de la concentración de tierras que impulsaron las compañías deslindadoras, condujeron al país a la existencia de un puñado de latifundistas y enormes masas de peones acasillados, generalmente endeudados de por vida, los cuales no eran, hablando con propiedad, campesinos ni obreros agrícolas libres, sin embargo su cercanía con el proletariado era indudable. Los peones libres eran obreros agrícolas, proletarios del campo. En estas masas se reclutarían los ejércitos revolucionarios. Conforme a Boris T. Rudenko:
Tales relaciones impedían el desarrollo del mercado interno y limitaban la productividad. Dicha situación había que romperla y la revolución lo logró al final de cuentas mediante dos vías: la transformación de una parte considerable del peonaje en pequeña burguesía agraria, y a otra, convirtiéndola en auténtico proletariado agrícola. Hacer hombre libre al trabajador rural fue un objetivo claro. Por lo que concierne a los pequeños propietarios y comuneros, muchos de ellos --la mayoría-- tenían economías de autoconsumo. Su número, sin ser muy pequeño, no aportaba una proporción elevada del producto nacional bruto. La industrialización del país, limitada y parcial aunque acelerada, no logró quitarle el carácter fundamentalmente agrario al régimen porfiriano, dando origen al nacimiento y desarrollo del proletariado moderno. Éste nació sin derechos y sometido a una gran explotación y a una descarada opresión. Los obreros textiles, mineros y ferrocarrileros, se convirtieron en los años de la dictadura en el sector de punta de la clase obrera. La tesis de algunos autores acerca del carácter no terrorista, sino corruptor y administrativo de la dictadura porfiriana, es errónea. En el país fueron suprimidos o impedidos los derechos de asociación, de reunión, de manifestación, de huelga y de prensa. Los asesinatos y encarcelamientos de los opositores antidictatoriales estaban a la orden del día. El enorme peso de los latifundistas imponía un régimen muy parecido al de las dictaduras gorilas de América Latina, anteriores al golpe de estado de 1973 en Chile. La opresión política durante los últimos años de la dictadura porfiriana ya no correspondía a las necesidades del desarrollo capitalista. Tampoco corresponde a la verdad la tesis acerca de la política patriótica del gobierno porfiriano. Además de representar a los grandes terratenientes y capitalistas, la dictadura representaba también los intereses del imperialismo, lo cual no quita que se apoyara en ciertas situaciones en los monopolistas norteamericanos y otras en los imperialistas ingleses. Las facilidades dadas a los inversionistas de Estados Unidos y Europa fueron muy grandes. En el petróleo, en la minería y en otras ramas, incluida la agricultura, los capitalistas extranjeros hacían su agosto. Lo que sí es cierto es que la dictadura porfirista, con el objeto de contener parcialmente las pretensiones norteamericanas, navegaba entre los diversos imperialismos, ora apoyándose en uno, ora apoyándose en otro. Lo cual de ninguna manera le imprimía un carácter patriótico y, desde luego, mucho menos antimperialista. En esas condiciones de penetración imperialista en la economía, de apoyo a la expropiación de tierras de los pueblos y comunidades, de persecución terrorista de la oposición democrática y de sobreexplotación de obreros y campesinos, el clero católico reconquistaba algunas de las posiciones perdidas. La tradición liberal y jacobina era echada por la borda. Todas las contradicciones mencionadas empezaron a agudizarse y de ahí arrancó la conformación de la situación de crisis nacional general, de crisis revolucionaria. Inicialmente la oposición democrática burguesa y pequeñoburguesa planteó la necesidad de que se cumplieran las Leyes de Reforma y se lanzó contra los funcionarios menores y medianos que violaban la Constitución, y contra el clero católico romano. Conforme la dictadura se mantuvo en sus posiciones reaccionarias, la oposición democrática burguesa y pequeñoburguesa pasó directamente al terreno político. La radicalización era progresiva. La prensa democrática, como nunca antes, se desarrolló enormemente. Aparecieron periódicos de clubes políticos liberales, obreros, anarquistas y socialistas. Algunos periódicos, como Regeneración, harían historia. El movimiento obrero levantó las demandas comunes a las fases primeras del desarrollo del capitalismo y las típicas de un país dependiente y atrasado: aumento de salarios, reducción de la jornada laboral, derecho de organización sindical, seguridad en el trabajo, contra el trato despótico e igualdad con los trabajadores extranjeros. La cerrazón frente a estas demandas y la política represiva del porfiriato radicalizarían al movimiento obrero. Las acciones de Cananea y Río Blanco, demostraron las amplias potencialidades de la clase obrera mexicano de principios del siglo XX. El sofocamiento brutal de las insurrecciones de indios de Sonora y Yucatán no significó el fin de la lucha de las comunidades indígenas por impedir el despojo de sus propiedades, recuperar las tierras que les fueron arrebatadas y conservar sus costumbres, tradiciones y formas de autogobierno, su cultura y su identidad étnica. (19) El movimiento indígena se reiniciaría al calor del ascenso revolucionario. La conformación de la situación revolucionaria tuvo sus orígenes en el año 1900 con los sangrientos enfrentamientos de las fuerzas federales y los indios yaquis y mayas, la aparición de Regeneración y los pasos iniciales para la organización de la oposición democrática burguesa y pequeñoburguesa. Luego vendría la celebración el año siguiente del Primer Congreso Liberal. La represión porfiriana aceleró la maduración de la oposición democrática, en razón de las condiciones favorables para la efervescencia popular. Las medidas de fuerza, contrariamente a lo esperado por el dictador y su camarilla, no contuvieron el ascenso de las fuerzas políticas emergentes. La situación revolucionaria estaba en puerta. El magonismo |
||||||||||||||
¿POR QUÉ LOS liberales de izquierda evolucionaron hacia el anarquismo y no hacia el marxismo? La respuesta se encuentra en la composición y estructura de la clase obrera a la sazón, en el oportunismo de la socialdemocracia eurooccidental y la influencia del anarquismo en la clase obrera de España, Italia, Francia, Argentina y los grupos más radicales de Estados Unidos. En referencia a Francia en el tránsito del capitalismo premonopolista al imperialismo, André Barjonet apuntaba:
Dolores Ibárruri y otros historiadores del Partido Comunista de España, al analizar la implantación del anarquismo en el proletariado español, escribían lo que sigue:
Preobrazhensky, por su parte, explicaba así las bases sociales del anarquismo:
En México, con sus propias peculiaridades, ocurrió algo parecido. Claro está que en nuestro país el anarquismo jamás llegó a ser una corriente de masas, sino más bien era la ideología dominante del liderato sindical entre 1912 y 1917 y del ala izquierda de los liberales desde poco antes del estallido revolucionario de 1910. Tal situación fue resultado del atraso general del país, de la extracción artesana y campesina de los obreros y empleados, de la inmadurez de la clase obrera, de la influencia de los Industrial Workers of the World norteamericanos, del rol jugado por los propagandistas y organizadores anarquistas venidos de España, de la amplia difusión en castellano de las obras de Pedro Kropotkin, Miguel Bakunin, Enrico Malatesta y otros teóricos ácratas y "sindicalistas revolucionarios", de la implantación del anarquismo en el movimiento obrero de los países latinos y de la poca difusión del pensamiento de Carlos Marx, Federico Engels y otros teóricos del socialismo científico. Ricardo Flores Magón retomó algunos de los planteamientos anarquistas y organizó levantamientos que, sin estar encuadrados en una estrategia global de toma del poder, aceleraron el proceso de descomposición de la dictadura. El incorruptible revolucionario oaxaqueño era partícipe de la idea libertaria sobre la minoría revolucionaria y el despertar de la "multitud en marcha por la conquista del pan". Bakunin señalaba:
Por su parte, el príncipe Kropotkin indicaba:
En otra obra, Pedro Kropotkin sostenía con meridiana claridad:
Aquí está el fundamento ideológico de las acciones aisladas y heroicas de los magonistas. Cuando se fundó Regeneración, el 7 de agosto de 1900, se autocalificaba de "periódico jurídico independiente", con los propósitos de criticar lo malo y apoyar lo bueno. Para el 31 de diciembre de ese año, Regeneración cambió su lema por el de "periódico independiente de combate", y entró de lleno a la política. En febrero de 1901, recomendaba que "la lucha sea estrictamente pacífica, apoyada únicamente en la augusta majestad de la ley"; el 23 de marzo decía no a la revolución; el 15 de abril ratificaba "no somos revolucionarios", y el 27 de febrero de 1903, el Manifiesto del Club Ponciano Arriaga, centro director de la Confederación de Clubes Liberales de la República, planteaba que no llamaba a la revolución. Luego hubo un salto cualitativo. El 28 de septiembre de 1905, al constituirse la Junta Organizadora del PLM, en Saint Louis, Missouri, EU, se señalaban como Bases para la Unificación del Partido Liberal Mexicano: "...constituirán en las poblaciones en que residan, agrupaciones secretas que estarán en comunicación con esta junta". (26) El magonismo se convirtió en organizador del movimiento obrero avanzado. El 16 de enero de 1906, surgió en Cananea la Unión Liberal Humanidad, bajo la dirección de Manuel M. Diéguez y Esteban Baca Calderón, que tenía como Bases reglamentarias: "I. Esta Unión acepta y secunda en todas sus partes las resoluciones tomadas por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano el veintiocho de septiembre de mil novecientos cinco". (27) El 16 de junio de 1906, se suscribió el Pacto Constitutivo del Gran Círculo de Obreros Libres de Río Blanco:
La gran huelga minera de Cananea tuvo repercusiones nacionales, al desenmascarar al porfirismo y al sacudir la conciencia pública de los mexicanos patriotas. Los mineros fueron masacrados con apoyo de las guardias blancas y militares yanquis. El gobierno de Sonora --con el silencioso apoyo del centro-- cometió traición nacional, al permitir la intervención armada de los rangers de Arizona. El pueblo mexicano, de tradiciones antimperialistas muy fuertes, fue presa de una honda indignación. (29) Un mes exactamente después del estallido de la huelga, el 1 de julio de 1906, el PLM lanzó el célebre Programa del Partido Liberal y Manifiesto a la Nación, en el que se planteaban como objetivos: la educación laica, el pago de buenos sueldos al magisterio, limitaciones a la actividad del clero y respeto a las Leyes de Reforma. En materia de trabajo, dada su importancia, conviene citar ampliamente algunos planteamientos:
Se planteaban otros puntos en materia de trabajo: higiene y seguridad, prohibición del trabajo infantil, indemnización por accidentes, y pago en efectivo. Quedaban incluidas, asimismo, algunas reformas constitucionales: reducción del periodo presidencial a cuatro años; supresión de la reelección inmediata para el presidente y los gobernadores de los estados; inhabilitación del vicepresidente para desempeñar funciones legislativas o cualquier otro cargo de elección popular; supresión del servicio militar obligatorio y establecimiento de la Guardia Nacional; supresión de las restricciones a las libertades de palabra y de prensa, y abolición de la pena de muerte, excepto para los traidores a la patria. El Programa del PLM sintetizaba los objetivos de la revolución democrático-burguesa. Un historiador de la UNAM, precisaba:
Para Rafael Carrillo Azpeitia:
La matanza de obreros de Río Blanco estimuló la lucha de las masas y agudizó la crisis de la dictadura contrarrevolucionaria. El régimen porfiriano, con este tipo de medidas crueles y criminales, no mostraba su fuerza sino su debilidad en crecimiento. En Río Blanco, por primera vez en la historia de México, se oyó el grito de ¡Viva la revolución obrera! Nuevos gritos, nuevas clases en lucha. La maduración del proceso se aceleró. Doce meses después de la masacre de los obreros veracruzanos los levantamientos empezaron a recorrer una parte importante del territorio nacional. La oposición a la dictadura creció. El movimiento huelguístico, pese a la represión, englobó a ferrocarrileros y a otros núcleos obreros. La agitación ciudadana se acrecentó. Surgieron nuevos clubes políticos. Ricardo Flores Magón evolucionó hacia el anarquismo. Estallaron los primeros levantamientos armados del PLM, los cuales fueron sofocados, en apariencia, con facilidad; mas no era así. La violencia gubernamental adquirió nuevas dimensiones y la oposición revolucionaria maduró y elevó su intervención. De acuerdo con un historiador mexicano, en Viesca:
Y en Las Vacas: "Los rebeldes mexicanos Benjamín Canales, Joaquín Hipólito, Néstor López, Pedro Arriola, Jesús Guzmán, Manuel Uveles, Antonio Martínez Peña y Modesto G. Ramírez, sellaron con la muerte sus ansias de libertad". (34) La oposición burguesa |
||||||||||||||
LA AGUDIZACIÓN DE las contradicciones y la lucha de clases condujeron a sectores de la dictadura a plantear ciertas reformas. Comenzó la división en las filas de la contrarrevolución. En el fondo, el reyismo expresó ese proceso de diferenciación. La diferenciación en las filas contrarrevolucionarias impulsó el proceso de organización, concientización y lucha del pueblo mexicano. Sectores importantes de la burguesía, después de la entrevista concedida por Díaz al periodista Creelman, empezaron a organizarse y a defender la reforma política. Dichos sectores enfrentados al porfiriato elaboraron plataformas y programas para conquistar el respaldo de las masas. La efervescencia política creció y abarcó a la sociedad mexicana en general. El líder de la oposición burguesa, Francisco I. Madero, publicó en 1908 el libro La sucesión presidencial de 1910 en el que se pronunciaba por reformar el poder a través de las elecciones. Para el proceso electoral de 1910, Madero, candidato del Partido Antirreeleccionista, desarrolló una extensa e intensa actividad política en gran parte del territorio nacional, organizando reuniones, mítines y manifestaciones en las principales ciudades. El antirreeleccionismo se convirtió en un movimiento de masas y Francisco I. Madero devino en un importante líder político nacional. Antes de la realización de las elecciones, Madero fue detenido y encarcelado en San Luis Potosí. Así, la votación del mes de julio, que "ganó" ampliamente Porfirio Díaz, representó una auténtica farsa. Después de su excarcelación, el político coahuilense viajó a Estados Unidos y llegó a la conclusión de que en México era menester una revolución para terminar con la vieja dictadura porfiriana. Allí publicó, con fecha 5 de octubre de 1910, el Plan de San Luis, que estipulaba:
Líneas después, agregaba:
En el Plan de San Luis se desconocía al proceso electoral y al gobierno de Díaz, se nombraba presidente provisional a Madero y se llamaba al pueblo mexicano al levantamiento armado para el día 20 de noviembre de 1910. De esta forma, el movimiento revolucionario se fortaleció considerablemente. Según B. T. Rudenko
La crisis, en forma por demás evidente, tenía carácter nacional. La situación revolucionaria estaba configurada. La revolución estaba en puerta. El fin del Porfiriato sería cosa de meses. |
||||||||||||||
Notas |
||||||||||||||
(1) V. I. Lenin, "La bancarrota de la II Internacional", en Contra la guerra imperialista, Moscú, Ed. Progreso, s. f., p. 105. |
||||||||||||||
(2) Jean Meyer, La Revolución mejicana, (1910-1940), Barcelona, Dopesa, 1973, pp. 13-14. |
||||||||||||||
(3) J. Meyer, Ibíd., pp. 17-19. |
||||||||||||||
(4) Moiséi S. Alperóvich y Boris T. Rudenko, La Revolución mexicana de 1910-1917 y la política de los Estados Unidos, trad. de Makedonio Garza, Armén Ohanián, María Teresa Francés y Alejo Méndez García, México, ECP, 5ª ed., 1973, pp. 32-33. |
||||||||||||||
(5) Jorge Vera Estañol, La Revolución mexicana. Orígenes y resultados, México, Ed. Porrúa, 1957, p. 10. |
||||||||||||||
(6) Jesús Silva Herzog, Breve Historia de la Revolución mexicana, t. I, México, FCE, 4ª ed., 1965, pp. 16-17. |
||||||||||||||
(7) Zhu De, "Una mirada retrospectiva a la Revolución de 1911" (10-X-61), en Obras escogidas de…, Beijing, Ed. en L. Extr., 1986, p. 448. |
||||||||||||||
(8) Zhu De, "Discurso en la Conferencia sobre el Trabajo Femenino en las Regiones Liberadas" (20-IX-48), en Obras escogidas de…, Beijing, Ed. en L. Extr., 1986, p. 304. |
||||||||||||||
(9) Liu Shaoqi, "Sobre el partido" (14-V-45), en Obras escogidas de…, t. I, Beijing, Ed. en L. Extr., 1983, p. 373. En una obra sobre la Revolución de 1911, los historiadores chinos planteaban: "Este vertiginoso avance de las fuerzas rebeldes representó, en la historia moderna de China, el mayor auge revolucionario posterior al Movimiento del Reino Celestial Taiping y al Movimiento Yijetuan, y hundió en su derrocamiento final a la dinastía Ching. Este auge revolucionario tiene como rasgo sobresaliente el Levantamiento de Wuchang, dirigido por los revolucionarios con Sun Yat-sen a la cabeza, que es conocido también como la Revolución de 1911". (La Revolución de 1911, Pekín, Ed. en L. Extr., 1976, p. 113). |
||||||||||||||
(10) Enrique Semo, Historia mexicana. Economía y lucha de clases, México, Ed. Era, 1978, p. 303. |
||||||||||||||
(11) Todos estos documentos vienen en Arnaldo Córdova, La ideología de la Revolución mexicana. La formación del nuevo régimen, México, IIS UNAM Ed. Era, 5ª ed., 1977, pp. 435-471. |
||||||||||||||
(11) Historia Universal, t. I, Moscú, Ed. Progreso, 1977, p. 503. En otro libro, los historiadores soviéticos del movimiento obrero internacional señalaban: "El acontecimiento más notable del movimiento antimperialista de comienzos del siglo XX en el continente latinoamericano fue la Revolución mexicana de 1910-1917, de carácter profundamente popular. Estuvo dirigida contra la dictadura oligárquica de los grandes propietarios agrarios y la gran burguesía, comercial e industrial, asociados al imperialismo, ante todo, el estadounidense". (El movimiento obrero internacional. Historia y teoría. t. 3. Comienzo de las batallas revolucionarias del siglo XX, trad. por E. Glazátova, Moscú, Ed. Progreso, 1983, p. 419). |
||||||||||||||
(12) M. A. Dynnik, Historia de la Filosofía, t. IV, trad. de Adolfo Sánchez Vázquez, México, Ed. Grijalbo, 1962, p. 366. |
||||||||||||||
(13) Justo Sierra, "Evolución política del pueblo mexicano", establ. y anot. por Edmundo O'Gorman, en Obras completas, t. XII, México, UNAM, 1ª reimpr., 1991, p. 225. |
||||||||||||||
(14) Emilio Rabasa, La Constitución y la dictadura, México, Ed. Porrúa, 1956, p. 184. |
||||||||||||||
(15) V. I. Ermolaiev, "La historiografía nacional de los países de América Latina a fines del siglo XIX y principios del XX (Argentina, Brasil, México y Chile)", en Islas, revista de la Universidad Central de Las Villas (Cuba), núm. 51, mayo-agosto de 1975, p. 49. |
||||||||||||||
(16) Querido Moheno, Problemas contemporáneos, México, Impr. Central, 1903, p. 7. |
||||||||||||||
(17) Ricardo García Granados, El problema de la organización política en México, México, Tipogr. económica, 1909, pp. 17-18. |
||||||||||||||
(18) B. T. Rudenko, "La estructura social de la sociedad mexicana en vísperas de la Revolución de 1910-1917", en Ensayos de historia de México, trad. de Armando Martínez V., México, ECP, 3ª ed., 1974, pp. 99-100. |
||||||||||||||
(19) Gerardo Peláez Ramos, "La masacre de Mazocoba", en Forum, núm. 201, julio de 2010, reproducido en los portales de La Haine, Apia Virtual y otros. |
||||||||||||||
(20) André Barjonet, La CGT. Un análisis crítico del sindicalismo francés, Barcelona, Ed. Fontanella, 1971, p. 20. |
||||||||||||||
(21) Historia del Partido Comunista de España, Varsovia, Ed. Polonia, 1960, pp. 14-15. |
||||||||||||||
(22) E. Preobrazhensky, Anarquismo y comunismo, México, Ed. Pensamiento Crítico, 1970, p. 91. |
||||||||||||||
(23) Mijaíl A. Bakunin, Escritos de filosofía política (II), trad. de Antonio Escohotado, Altaya, Barcelona, 2000, pp. 88-89. |
||||||||||||||
(24) P. Kropotkin, Palabras de un rebelde, Barcelona, Pastanaga Ed., 1977, p. 100. |
||||||||||||||
(25) Pedro Kropotkine, La Gran Revolución (1789-1793), t. I, trad. de Anselmo Lorenzo, México, Ed. Nacional, 2ª ed., 1951, p. 372. |
||||||||||||||
(26) Firmaban Ricardo Flores Magón (presidente), Juan Sarabia (vicepresidente) y Antonio I. Villarreal, Enrique F. Magón, Manuel Sarabia y Rosalío Bustamante. ("Bases para la unificación del Partido Liberal Mexicano", en Regeneración, 30-IX-05; Armando Bartra (pról., sel. y notas), Regeneración 1900-1918, México, Era-SEP, 1987, p. 172). |
||||||||||||||
(27) Luis Araiza, Historia del movimiento obrero mexicano, t. II, México, Ed. Casa del O. Mundial, 2ª ed., 1975, p. 42. |
||||||||||||||
(28) José Ortiz Petricioli, El compañero Morones, México, Costa-Amic Ed., 1968, pp. 147-149. |
||||||||||||||
(29) Véase Gerardo Peláez Ramos, 1906: la huelga de Cananea, en los portales de Internet de Rebanadas de realidad, La Haine, Rebelión y otros. |
||||||||||||||
(30) El Programa del Partido Liberal Mexicano de 1906 y sus antecedentes, rec. Chantal López y Omar Cortés, México, Ed. Antorcha, 1985, pp. 269-271. |
||||||||||||||
(31) Jerónimo Muñoz Rosas, La ideología de Ricardo Flores Magón. Exposición y estudio de sus orígenes teóricos, México, tesis, FFL UNAM, 1965, p. 36. |
||||||||||||||
(32) Rafael Carrillo Azpeitia, Ricardo Flores Magón, México, STPS, 1986, p. 33. |
||||||||||||||
(33) Florencio Barrera Fuentes, Ricardo Flores Magón, el apóstol cautivo, México, BINEHRM, 1973, p. 117. |
||||||||||||||
(34) F. Barrera Fuentes, Ricardo Flores…, p. 118. |
||||||||||||||
(35) Plan de San Luis, en Planes políticos y otros documentos, pról. de Manuel González Ramírez, México, FCE, 1954, p. 33. |
||||||||||||||
(36) Plan de San Luis, en Planes políticos…, pp. 37-38. |
||||||||||||||
(37) B. T. Rudenko, "México en vísperas de la revolución democrático-burguesa de 1910-1917", en La Revolución mexicana. Cuatro estudios soviéticos, trad. de Arnoldo Martínez Verdugo y Alejo Méndez García, México, ECP, 4ª reimpr., 1979, p. 85. |
||||||||||||||
Gerardo Peláez Ramos es autor, entre otras obras, de Partido Comunista Mexicano. 60 años de historia. (Cronología. 1919-1968), 2 tomos, Culiacán, UAS, 1980; Situación actual y perspectivas del movimiento sindical en México, Puebla, UAP, 1978; Historia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, México, ECP, 1984, y Ed. del STUNAM, 2ª ed. corr. y aum., 2000; Las luchas magisteriales de 1956-1960, México, ECP, 1984; Historia del Sindicato de Trabajadores Académicos de la Universidad Autónoma de Guerrero, Chilpancingo, CESS del STAUAG, 1990; El sindicalismo magisterial. 1935-1943, México, SNTE, 1994; Diez años de luchas magisteriales (1979-1989), México, Ed. del STUNAM, 1999; Breve historia del STUNAM, México, UNAM-STUNAM, 2001, y Resumen histórico del SUNTU (1979-1995), Culiacán, SUNTUAS Académicos, 2004. |